jueves, 13 de agosto de 2015

El ayuno que agrada a Dios

El Ayuno que agrada a Dios Zacarías 7- 8 En estos capítulos nos encontramos con una pregunta que el pueblo de Israel le hacen al sacerdote de Dios Zacarías, dos años después del exilio de Babilonia; “debemos seguir ayunando como lo hemos hecho estos 70 anos???” El pueblo se encontraba en plena reconstrucción de Jerusalén, pero todavía tenían dependencia de las naciones que los dominaban; era una situación difícil, desalentadora, pero nuevamente el Señor, envía sus profetas quienes hablaran palabra de consuelo y edificación en cada caso. El pueblo pregunta por dos ayunos que ellos venían celebrando en el exilio, al parecer uno de ellos coincidía con la fecha de destrucción de la ciudad y el otro con la caída de uno de sus gobernantes; Dios a través de Zacarías no contesta directamente pero miremos lo que le dice al pueblo: 5 Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? 6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? lo que implica esta respuesta de parte de Dios es si esos 70 años que estuvieron en cautiverio, ellos estuvieron realmente ayunando para Dios; continuaron con sus ritos religiosos, pero sus corazones estaban alejados de El y por consiguiente no paso nada. Cualquier cosa que hagamos para Dios sin tener nuestro corazón en ello, se convierte en un simple rito. El Señor es el único que puede ver esto, porque El mira nuestros corazones; nosotros simplemente juzgamos las apariencias. Y vuelve a enfatizar la importancia de la ley establecida con Moisés donde la mirada debe estar puesta en la misericordia y el amor a los otros. «Así habló Jehová de los ejércitos: Juzgad conforme a la verdad; haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; 10 no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.» En este tiempo el pueblo tenia tan endurecido su corazón por la desobediencia y la rebeldía, que no quisieron escuchar la propia voz de Dios 11 Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; 12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y eso es lo que nos pasa a todos. Con gran animo empezamos a vivir nuestras vidas con la visión de Cristo, y luego una desobediencia, un letargo espiritual, solo hoy no voy a la reunión, solo hoy postergo mi oración (devocional), es que tengo que hacer esto y lo otro, ya no ayuno, y poco a poco la prioridad no es Dios; nos vamos endureciendo hasta que nuestro corazón como un diamante, no recibe nada de parte de Dios. Pero seguimos mostrando nuestra cara de cristianos, y es ahí donde nos volvemos hipócritas pensando en que estamos amando al Señor y lo único que estamos haciendo es obedeciendo nuestro propio criterio. El pueblo de Israel todo el tiempo estuvo haciendo cosas al parecer del agrado de Jehová, y seguramente ayunaron en su nombre pero pudo ser un acto de autopiedad y lamento, porque de esas cosas también se alimenta el ego. No lo parece, pero así es. Por eso a Dios le interesa más nuestro comportamiento con el prójimo y el necesitado que con los actos de carácter espiritual de demostración ante otros, como los ayunos, actos piadosas y desborde de conocimientos bíblicos, falso interés en otros; eso no lo quiere Dios tanto como que seamos misericordiosos y tengamos cuidado de nuestro hermano, de la viuda, del necesitado; ese es el verdadero ayuno que quiere el Señor. Dios hace una descripción de las cosas maravillosas que seguirán a su pueblo después que decidan volver de la cautividad, de vivir en el pecado; porque a pesar de todas estas fallas que cometemos, las promesas de El son de amor y de gozo para todos los que decidimos vivir en la verdad. “8:19 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz. Debemos caminar con mucho cuidado, pidiendo al Señor que nos ayude a no endurecer nuestro corazón para que en un momento dado no estemos haciendo su voluntad sino la nuestra; estas cosas aparecen sutilmente, no es de la noche a la mañana; todo el pueblo de Israel vivió esta situación, no fueron uno ni dos, fueron todos y las consecuencias fueron grandes. Por eso, ante el menor asomo de comodidad espiritual, debemos pedir al Señor nos ayude a redireccionar nuestro camino, a estar en oración permanentemente y a no dedicarnos a hacer las cosas que exteriormente nos muestran cristianos sino aquellas que representan nuestro verdadero amor a Dios. Cuando hacemos las cosas para Dios por obligación, se vuelven una carga; pero cuando es el amor quien las dirige, son motivo de gozo y alegría como lo dice su palabra, si amamos la verdad y la paz.

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