miércoles, 30 de noviembre de 2016

El nuevo pacto en pocas palabras



El nuevo pacto en pocas palabras.
Jesús murió por nosotros y El fue garantía del pacto entre Dios y el hombre,  fue un pacto unilateral por decirlo así, porque ninguno de los anteriores pactos se habría realizado con derramamiento de sangre y con una sola parte cumpliendo el acuerdo.   
Esto se vislumbra cuando Dios hace pacto con Abraham y le dice le ofrezca sacrificio en Génesis 15.
En la antigüedad, los pactos se hacían con una ceremonia.  Se mataban animales, partiéndolos a la mitad, desde la cabeza hasta la cola.  Este corte dejaba un charco de sangre entre las dos partes.  En la ceremonia del pacto, los participantes debían caminar en medio de las partes de los animales, manchando sus vestiduras con la sangre del sacrificio.  Luego de pasar, decían: “¡Que así me sea hecho, si no cumplo con mi parte del pacto!”.  Los pactos eran compromisos muy serios, eran, un compromiso de vida o muerte, y para siempre. Dios quería asegurarle a Abraham que su promesa era muy seria, y por eso lo llevó a hacer este tipo de pacto.  El de menor rango debía pasar primero para cumplir con el pacto pero recordemos que Abraham espera mucho tiempo y al final Dios es el único que pasa por el... Eso fue lo que Cristo hizo con su muerte… Su sangre fue derramada y en un acto de humildad sella este compromiso y al mismo tiempo sustituye nuestro castigo sobre El,  quien había aceptado  ser encarnado como hombre cualquiera siendo Dios, para pagar todas nuestras deudas de una vez y por siempre.  Era necesaria la muerte de nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados, porque Dios exigía la sangre de la victima por el pecado, que en el antiguo pacto se realizaba mediante el sacrificio de animales.   Por eso en el nuevo testamento y antes de morir, Jesús  tomando la cena habla del nuevo pacto y como  su sangre lo sellaría.  Esto no fue comprendido por todos, y es por eso que mucho del pueblo de Dios todavía divaga en los lineamientos del pacto antiguo.  Ninguno viene a quitar al otro, solo a acreditarlo… No son contradictorios,  son complementarios.
 Dios debe tener todo nuestro corazón, alma, mente, todo nuestro ser, toda nuestra sangre.  Nuestra vida recibe el pecado y se esparce como un veneno por todo nuestro ser y por eso debería ser castigado con la muerte misma.  Por eso es necesario erradicar el pecado y debemos terminar con el antes de que el termine con nosotros.  El amor de Dios es tan maravilloso que debiendo castigar el pecado nos entrega a su mismo hijo para que muriera por nosotros; esto es equivalente a entregarse El mismo.  Nosotros somos rebaño de Dios que El gano con su propia sangre.  Dios muestra su amor para con nosotros porque puso fin al pecado, situación imposible para el hombre por si mismo.  Dios nos ama y en gran manera.