sábado, 27 de septiembre de 2014

 1 Corintios 3
Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.   1 Corintios 3:7-8

En este capitulo Pablo continúa  hablando a la iglesia de Corinto, y en los primeros versículos utiliza una frase que resume muy bien lo que esta sucediendo a sus miembros.  El les dice que no les habla como a “espirituales” sino como a “carnales”, como a niños en Cristo.  Si el les esta diciendo esto, es porque el tiempo transcurrido desde la conversión de cada uno de ellos, era el suficiente para que el les pudiera hablar en otros términos, como adultos espirituales.   Y aquí hace la clasificación del hombre en sus tres estados de acuerdo a su comportamiento:
-El hombre natural, aquel que no ha tenido un encuentro con El Señor y vive de acuerdo a sus parámetros:  el es el centro de su vida.
-El hombre espiritual, aquel que ha tenido un encuentro con Cristo y vive de acuerdo a los parámetros de Dios, quien ocupa el centro de su vida.
-El hombre carnal, aquel que tuvo un encuentro con Jesús, le recibió como Salvador pero no vive de acuerdo a sus parámetros y se comporta en algunas ocasiones como si fuera un hombre natural.

Esta clasificación Pablo la referencia para enseñar que lo primordial en nuestra forma de actuar es el servicio para Cristo.  Esta iglesia estaba teniendo muchos conflictos en cuanto unos se decían seguidores de Apolos  y otros de Pablo, quien les recalca la importancia de saber de quien son seguidores: solo de Cristo.  El es el que define los procesos de crecimiento y desarrollo de las iglesias, no los pastores, lideres, apóstoles… Es Cristo. 
Esto parece lógico de entender desde una perspectiva cristiana, pero no lo es  cuando vemos en la actualidad los caminos que equivocadamente toma la iglesia  y como se comporta ante los desafíos que plantean los tiempos actuales. 
En los versículos siguientes, Pablo menciona que no se puede poner un fundamento diferente a Cristo para constituir la iglesia, lo cual podríamos afirmar lo hacen la mayoría de las iglesias que se denominan cristianas, evangélicas, bautistas… todas coinciden en que el fundamento es Cristo.  Pero las obras que se construyen encima de esos cimientos, varían de tantas diferentes maneras como materiales de construcción existen:  madera, heno o paja, cemento, habla incluso de oro y piedras preciosas.  Todas estas obras serán pasadas por el fuego, y de ellas vendrán unas recompensas adicionales a la salvación recibida. 
La iglesia la conformamos hombres y mujeres cuyos cuerpos son Templos del Espíritu Santo; esto es, si nosotros somos templo del Espíritu Santo, lo primero que debemos ver es que este templo este bien fundamentado para formar parte de ese gran cuerpo que es la iglesia y así poder edificar conjuntamente la obra que hemos sido  llamados a realizar para el reino de Dios.  La responsabilidad es personal, la respuesta y servicio es para Dios ayudando a edificar el cuerpo de Cristo que es la iglesia. 
Las diferencias doctrinales entre una iglesia y otra no puede separarnos de nuestro fin principal que es ganar las almas para el Señor; si soy de esta iglesia o de otra, el tiempo que se pierde en defender las motivaciones y los caminos de su congregación puede ser utilizado efectivamente en compartir las buenas nuevas de Evangelio que es para salvación de muchos que viven sin Cristo y estarán condenados a una eternidad sin El. 
Enfoque, eso es lo que no podemos perder.  Cristo es el fundamento de la iglesia, nosotros formamos parte de su Cuerpo como iglesia, El como cabeza  es quien  guía y define nuestro andar como comunidad y nosotros sus servidores incondicionales, que trabajan duramente en llevar el evangelio a las naciones. 
Edificar con oro es costoso, duro, es una obra pequeña en dimensión, que requiere de mucho detalle y precisión,  pero resistente al fuego que probará cada obra.  Construir con heno o paja es liviano, fácil, se ven los resultados rápidamente, pero esta obra será consumida rápidamente por el fuego.  Construir con madera, es resistente, bella, requiere algo de conocimiento, pero terminara consumida por el fuego de todas formas.
Ahora nosotros, en que estamos construyendo?  Estamos pensando en una obra que perdure o que solo muestre resultados externos rápidamente?  Si soy un líder, pastor, apóstol, estoy interesado en mi redil, en las almas, o en sostener una empresa económica que me sustenta?  Si soy un servidor, lo hago para que me vean o dar la apariencia de buen siervo? 
A Dios no lo podemos engañar.  Todos comenzamos con nuestra vida cristiana de una manera apasionada e inocente, como niños… pero los afanes del mundo nos llevan sutilmente a servir a Dios con motivaciones equivocadas.  Estamos aquí en la tierra para trabajar para el Señor, por convencimiento, amor, devoción, no para los hombres, así desempeñemos trabajos seculares.  Todo es para honrar a Dios.  Cristo es la razón de nuestra vida, de nuestra iglesia, de nuestra religión si la quiere llamar de alguna manera.  Si no es así, estamos actuando como carnales y no como espirituales que es como Dios quiere que nos comportemos.


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