Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de
Cristo.
1 Corintios 2:16
Es maravilloso y a veces intimidante
saber que nosotros tenemos una mente poderosa y santa, esto es, apartada para
Dios.
La carta a los corintios fue escrita por
Pablo a la iglesia que había nacido en Corinto, una ciudad caracterizada por su
paganismo y adoración a muchos dioses.
Pablo, les quiere exhortar en cuanto a las confusiones que se han
suscitado por la difusión de ideologías diferentes a las establecidas en su
primer viaje misionero.
Nada es muy distinto el día de hoy. La iglesia de Dios invierte gran parte de su tiempo en discusiones ideológicas de dones,
significados, interpretaciones y pierde de vista el objetivo principal de la
iglesia y la palabra de Dios que es Jesucristo.
Pablo se centra en la persona de Jesucristo y expresa que su obra en la
tierra, muerte y resurrección es lo que
debe acompañar cada mensaje para los nuevos convertidos.
La Biblia por si misma no produce nada
en los cristianos ni en ningún ser humano que no este dispuesto a recibir la
revelación del Espíritu Santo; no obstante, el versículo dice que tenemos la
mente de Cristo. Si no le recibimos a El
sinceramente, si nuestra oración de fe como la conocemos estuvo vacía y llena
de formalismo o religiosidad, no podrá producir nunca los efectos de una
verdadera conversión. Para ello,
entender la obra de Cristo en la cruz es fundamental. Este era el mensaje de Pablo y los primeros apóstoles;
siempre repetían lo mismo; se centraba en los acontecimientos y las maravillas
que durante la vida de Jesús se llevaron a cabo en la tierra; pero culminaban
todos con la maravillosa noticia de la resurrección de Cristo después de una
muerte cruel y dura y ese es el verdadero motivo de nuestra fe. Nadie que no haya conocido de lo que Cristo
le libero, podrá entender el mensaje de
la cruz; ningún ser humano que se considere sin pecado, puede acercarse
verdaderamente a Dios. Recibir a Cristo,
es recibir su perdón, su misericordia y gracia.
Es reconocer su santidad y nuestra miseria; es mirar nuestra debilidad y
aceptar su poderío. La palabra de Dios
dice que el resiste al orgulloso y se necesita humildad para reconocer nuestras
limitaciones y pecado. La mente de
Cristo esta llena de sabiduría, de perdón, de amor, de bondad, santidad… de
todo lo bueno que nuestra mente finita
pueda imaginar. La palabra de Dios dice
que tenemos su mente, entonces la pregunta es… porque no la ponemos a funcionar
correctamente si somos nosotros quienes tenemos dominio de ella?
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