jueves, 13 de noviembre de 2014

Creer en Dios no Salva?

Creer en Dios no Salva?
 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.   Santiago 2:19

Cuidado:  Los demonios creen en Dios, pero   no son salvos!!!
Primero, tenemos que establecer una diferencia entre creer en Dios y creerle a Dios.  Cuando se usa la palabra “en” se esta utilizando sobre una generalidad:  Creo en Dios… cualquiera podría decir esto.  Cuando se utiliza la preposición “a” es diferente.  Miren la definición del diccionario cuando a es antecedida por un verbo: “a” prep. Denota el complemento de la acción del verbo… cual es la acción del verbo? Creer  y cual es su complemento? A Dios, A el, A lo que El dice.  Bueno, no se trata de una discusión sobre semantica; el punto es  que la mayoría creemos en  Dios, así sea para decir que no le aceptamos. 
La   Biblia dice que hasta los demonios le temen a Dios, o sea, que ellos creen y saben quien es Dios y además, le temen.  En el pasaje del endemoniado Garadeno, la palabra dice en Marcos 5:6-7 “
 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.
Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.
El espíritu inmundo dentro de ese hombre a quien dominaba desde hacia muchísimo tiempo,  se arrodillo ante Jesús.  Le conocía, sabía quien era y le hizo reverencia.  No es gran cosa creer en Dios y conocerle; repito, todos le conocen, inclusive Satanás. 
Creer en Dios no proviene de  la fe que justifica.  La cuestión es que cuando creemos a Dios estamos no solo creyendo sino actuando  para obedecer y seguir la dirección de Dios.  Como muchos dicen, la fe tiene pies, es decir camina, no es estática.  De ahí que se nos diga  en Santiago 2:20 que la fe sin obras es muerta.  Porque de nada sirve un pensamiento que no lleve a la acción y es vano leerse y saberse la Biblia de memoria si no nos lleva a un actuar desde nuestro corazón. 
Por la gracia de Dios somos salvos, pero esa salvación requirió de un precio muy alto; la vida de Jesucristo el hijo de Dios.  Si nosotros no creemos en el precio que Jesús pago por nuestros pecados, si no estamos convencidos de que somos pecadores, si no creemos en la obra de la cruz, nunca vamos a poder ser salvos, así nos conformemos con decir que creemos en Dios.
Por creer en Dios no te salvaras, la salvación y vida eterna es una cuestión de verdadero arrepentimiento y humildad para reconocer el amor tan grande de nuestro Señor Jesucristo para morir por mis pecados.  Esa es una obra de fe; es un actuar en el espíritu.    
Es la única forma en que puedo llegar a Dios:  a través de su Hijo Jesús… No hay otra forma, doctrina, religión, adoración, sacrificio, obra, alabanza… nada puedes hacer para obtener la salvación; nada puede compararse al sacrificio de la cruz por el cual hemos sido restituidos a nuestra comunión con Dios interrumpida por el pecado.  La paga del pecado es muerte y Cristo murió por ti y por mí para que no tuviéramos que pagar nosotros con nuestras vidas.  Crees esto???  Si en tu corazón lo crees, es lo único que necesitas para ser salvo.  Si no, por más cercano que creas estar de Dios, no podrás ser salvado sin utilizar el camino planteado para hacerlo.  Fue lo que Dios estableció y fue hermoso.
Parece una contradicción entre la fe sin obras es muerta y no puedo hacer nada por ti mismo para  salvarte; pero la fe en el hijo de Dios es la que me lleva a arrepentirme de mis pecados, que requiere una acción de no volverlo a hacer; ese es un arrepentimiento verdadero; no es simple culpabilidad… arrepentirse amerita una acción, un cambio en la manera de actuar… si en verdad creo que Jesús murió por mi… De ahí en adelante, seguro que el pecado nos entristecerá de sobremanera, porque fue alto precio el pagado por mi redención.  Por eso es que luego dice la palabra que por sus frutos los conoceréis…
Dios hizo un plan maravilloso de redención para tu vida y la mía; encuéntralo, síguelo, no lo sueltes, porque es la única vía que tenemos para estar en su divina y perfecta presencia.


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